LA CONSTITUCIÓN DE UNA SOCIEDAD ANÓNIMA.

En el territorio nacional es muy común que al momento de crear una empresa se empiece por determinar si estará a cargo de una persona física o de una persona jurídica.

Por lo regular, se opta por formalizar una persona jurídica, ya que existen socios donde ponen un parte de su patrimonio para integrar un nuevo capital con el cual entrará en funciones una nueva sociedad.

Siendo muy común optar por la formación de una SOCIEDAD ANÓNIMA, que permite el ingreso de socios, limitando su participación hasta el porcentaje de su participación en la sociedad, es decir, el capital social representado en acciones.

Al ser una sociedad muy común, existe mayor probabilidad de que un contador pueda sortear fácilmente el adecuado manejo de las obligaciones fiscales, como es la presentación de las declaraciones informativas inherentes al ejercicio de la sociedad.

De igual manera, por la frecuencia en su creación, es más sencillo encontrar una mayor cantidad de soluciones en cuanto a su operación, incluso los bancos operan bajo la figura de la SOCIEDAD ANÓNIMA, con la limitación de que no pueden tener un capital variable, pero hablaremos de este tema en otra publicación.

El constituir una sociedad anónima conlleva paso sencillos a seguir, para iniciar con la redacción del contrato que establecerá las reglas de operación de una empresa, entre esos pasos se encuentra el determinar: OBJETO SOCIAL, DENOMINACIÓN SOCIAL, EL CAPITAL SOCIAL, LA CANTIDAD, VALOR Y TIPO DE ACCIONES, LA ADMINISTRACIÓN DE LA SOCIEDAD (CONSEJO DE ADMINISTRACIÓN O ADMINISTRADOR GENERAL ÚNICO), COMISARIO (CONSEJO O COMISARIO), estos son solo algunos detalles a considerar al momento de sentarse a definir los pormenores del contrato de la sociedad. Recalcando la importante de que al formar una sociedad, como es el caso de la sociedad anónima, implica siempre el contar con la compañía de buenos administradores, el consejo de los abogados que puedan simpatizar con la ideología de la empresa y puedan brindar las soluciones legales adecuadas, así como un departamento contable que esté al pendiente de cada una de las actividades; todo lo anterior con la finalidad de crear un buen gobierno corporativo, dónde las decisiones no generan una falsa realidad, sino una realidad que forje un futuro alentador en el crecimiento de la empresa.